Fernando Grande-Marlaska, ascenso y cada de un magistrado para todo(s)

El ministro del Interior lleg al Gobierno de Pedro Snchez despus de tres dcadas como juez y aos de la mano del PP que le impuls en la Audiencia Nacional y en el CGPJ

El ministro Fernando Grande-Marlaska, este martes, en la sesi

El ministro Fernando Grande-Marlaska, este martes, en la sesin de control al Gobierno en el Senado.
POOL

Bilbano, 57 aos, casado, hijo de polica municipal y modista, juez en excedencia y diputado por Cdiz, ex fumador, aficionado a los libros, la natacin y los animales, Fernando Grande-Marlaska Gmez lleva 15 aos siendo una figura no slo pblica, sino popular, aunque ahora est cerca de quedarse slo en lo primero.

El ministro del Interior labr su fama al poco de llegar a la Audiencia Nacional, donde en 2004 sustituy temporalmente a Baltasar Garzn. El nuevo juez instructor, que haba crecido en el Pas Vasco de los aos de plomo de ETA, dio impulso a una causa contra Batasuna que chocaba con los planes del Gobierno de Jos Luis Rodrguez Zapatero de propiciar la negociacin. Retom de forma inesperada un sumario que languideca y comenz a dictar prisiones para los dirigentes abertzales.

Esa dureza contra la banda terrorista, reforzada por su investigacin del chivatazo policial en el bar Faisn, hizo de Grande-Marlaska una personaje atractivo para el Partido Popular. El juez no slo se dej querer, sino que cuid con esmero esa relacin.

En 2012 fue nombrado presidente la Sala de lo Penal de la Audiencia con el respaldo de los vocales del CGPJ propuestos por el PP. Antes, los populares haban visto con agrado cmo el juez acordaba el archivo de la investigacin del accidente del Yak-42 que penda sobre el PP.

De Otegi al ‘caso Grtel’

Aunque con l de presidente se produjo el mayor cisma en la Sala de lo Penal por las recusaciones de magistrados en el caso Grtel, en 2015 Grande-Marlaska volvi a ser aupado por el PP, esta vez a vocal del Consejo. La cosa an pudo ido a ms: su nombre fue uno de los barajados en el Gobierno de Mariano Rajoy para sustituir al fallecido Jos Manuel Maza como fiscal general del Estado.

El propio juez haba puesto su nombre sobre la mesa. Pero fue a menos: no fue fiscal general y slo un ao despus sala de la rbita del PP y entraba en el Gobierno de Pedro Snchez como ministro del Interior.

La sorpresa fue mayscula, aunque la capacidad para adaptarse de Grande-Marlaska ya se ha mostrado en otras ocasiones. En esa misma causa de Batasuna, por ejemplo. Tras meses de lnea dura, el anuncio de alto el fuego de ETA le llev a desistir de su intencin declarada -en autos, pero declarada- de encarcelar a Arnaldo Otegi sin posibilidad de fianza.

Cambi de opinin y acab excarcelando a los que ya haba enviado a la crcel. Otegi solo pas entre rejas los que tard en juntar la fianza, para decepcin quienes con Otegi ante el juez le haban gritado desde la calle: « Marlaska, no te achantes! ».

Salto a la Audiencia Nacional

Para entonces Grande-Marlaska llevaba 17 aos de juez. Su primer destino lo escogi cerca de su casa. En 1988, con 27 aos, se traslad a Santoa (Cantabria). Un ao y pico despus volvi a su ciudad natal. En aquellos aos no era difcil obtener una vacante en Bilbao, donde tambin haba estudiado derecho, en Deusto, y preparado la oposicin con el magistrado y luego ministro bicfalo Juan Alberto Belloch.

Ascendi a la Audiencia de Vizcaya, pero en 2003 pidi plaza en Madrid. Segn l mismo explica, buscando alejarse del mal ambiente familiar y las incomodidades de ir con escolta. No sera para tanto esto ltimo cuando, tras un ao de instructor en la capital, quiso saltar al foco de la Audiencia Nacional, donde la necesidad de escolta era perentoria.

Al margen de su actividad profesional, un hito impuls particularmente su popularidad. En 2006 hizo pblica su homosexualidad, una decisin valiente y especialmente valiosa para borrar prejuicios, al provenir de quien entonces era la imagen de la valenta frente al terrorismo.

En su libro Ni pena ni miedo (Ariel, 2016), Marlaska explica que aos antes la dura reaccin de su madre a esa noticia le haba llevado a apuntarse al « imprescindible » activismo en favor del colectivo homosexual. En 2005, a los pocos meses de aprobarse la ley que lo permita, se cas con Gorka, su pareja desde haca aos.

« Ni pena ni miedo »

En junio de 2018, su inclusin en el Gobierno de Snchez fue bien recibida en la opinin pblica. Al mes de su estreno, el barmetro del CIS indicaba que slo un astronauta (Pedro Duque, ministro de Ciencia) era capaz de ganarle en popularidad. Que Interior es un departamento duro lo refleja que en el barmetro del pasado mes de marzo ya eran siete los ministros que le superaban.

Aunque el de Diego Prez de los Cobos ha sido el episodio ms grave, ya haba tenido otros que desgastaron su halo de ministro tcnico. Uno de ellos fue particularmente simblico por su propia trayectoria personal: la dizque investigacin de Interior por el acoso a los miembros de Ciudadanos que acudieron a la manifestacin del Orgullo Gay del ao pasado.

El desgaste tambin lleg con ocasin de los disturbios en Barcelona tras la sentencia del procs, o con dos incidentes que ahora se funden en el de Prez de los Cobos: la exigencia de explicaciones a la Guardia Civil por la operacin sorpresa contra los CDR y la destitucin del mando ms popular del Cuerpo, el coronel Manuel Snchez Corbi.

Grande-Marlaska lleva tatuada en la mueca derecha, a modo de pulsera, la frase « ni pena ni miedo », la misma que el poeta chileno Ral Zorita excav con letras gigantes en el desierto de Atacama. « Es un lema de resistencia », explica al principio de su libro.

Al juez-ministro le queda libre la otra mueca. Tal vez, si se le tuercen del todo las cosas, para inscribir otra frase que recuerda en las ltimas pginas, cuando elucubra sobre su futuro y llega hasta la figura del Papa: Sic transit gloria mundi.

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